Es elemental considerar que la flexibilidad, pasa a
ser un concepto clave en los estudios laborales a raíz de la gran transformación socio económica, tuvo grandes cambios en casi todos los ámbitos: económico,
político, social, cultural e intelectual, afectando los paradigmas imperantes
en las ciencias sociales y generando un impacto en los estudios laborales en
América Latina.
En sus investigaciones, De la Garza (2002), se diferencia
el análisis en tres grandes aspectos teóricas que aportan un marco referencial
para entender, al menos hipotéticamente, el fenómeno de la flexibilidad laboral
a fin de que:
a) Los neoliberales en
economía, para los que la flexibilidad del trabajo sería una condición abstracta
para que haya tendencias hacia el equilibrio, única forma de convergencia que es
reconocida.
b) La doctrina de la “nueva
ola” del management, que adoptó la perspectiva de la calidad total y el justo a
tiempo.
c) Los intelectuales
posfordistas con su propuesta de flexibilidad negociada u ofensiva.
Algunos de los supuestos más importantes de la
teoría neoclásica, son:
1.- La
racionalidad de los agentes (buscando la máxima utilidad).
2.- La construcción
de modelos como si fuera posible controlar variables.
3.- No se
toman en cuenta instituciones extraeconómicas, culturas o conflictos, pues a
todos estos factores se les considera externalidades o fallas del mercado.
4.- Si se
mantienen condiciones de competencia perfecta se tenderá al equilibrio.
Vale la pena destacar, que los trabajadores son
tratados como unidades perfectamente sustituibles o intercambiables, dejando al
margen la diversidad que caracteriza a la fuerza de trabajo, la cual obedece a
características antropológicas, categorías, experiencia, competencias,
personalidad, entre otras. Además, este mercado está caracterizado por la
asimetría y la heterogeneidad desde su estructura, relaciones, salarios,
protección social, entre otros.
Dentro del postfordismo se enfatiza en tres
principales teorías que tienen en común los cuales son el regulacionismo,
neoschumpeterianismo y la especialización flexible.
La crisis del fordismo como modo de regulación, es
pensada en dos niveles: uno macro y el otro micro. El macro, tiene que ver con
la incapacidad del Estado de continuar articulando consumo y producción en masa
(especialmente en la regulación de los niveles salariales); el nivel micro, se
manifiesta en los procesos productivos, con énfasis en la rigidez de la
producción taylorista fordista, ya que esta llevaba a un aumento de los tiempos
muertos o improductivos y como consecuencia a un estancamiento de la
producción.
Los enfoques neoschumpeterianos, se esfuerzan por
romper el dilema de si se trata de un determinismo tecnológico, si el mercado
empuja a la tecnología o esta al mercado, o si la tecnología es una variable
exógena e independiente del mercado.
Por otro lado, esta teoría afirma que la pequeña y
la gran empresa no son excluyentes, sino que la contribución entre ellas lleva
a la conformación de redes y a la reestructuración de las grandes
corporaciones.
El
Modelo
japonés (nueva ola de la gerencia) se adapta a las estrategias
gerenciales de los cambios actuales, así como en la búsqueda de un modelo
alternativo a la rigidez taylorista-fordista. Esta necesidad ha llevado a
presentar el modelo gerencial japonés como el ideal, lo que algunos han llamado
“sistematización occidental de las experiencias japonesas”, en cuyo marco se
habla del toyotismo, de calidad total y de justo a tiempo.
La metodología utilizada es
documental; planteada por Correa Seijas Marisela,
en la cual consistió en centralizarse ante
las nuevas condiciones de apertura y globalización económica, se consideran teorías
que coinciden en hacer cambios tanto en la producción como en la regulación de
los mercados y especialmente en el laboral.
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